Aunque ya es técnicamente viable la implantación de dispositivos conectados formando la Internet de las cosas, no se aprecia por parte de los usuarios un interés proporcional a las ventajas que supone ni por las empresas una promoción acorde a las posibilidades.
Una de las razones está relacionada con la creciente desconfianza de los usuarios en el respeto de las empresas por la privacidad y seguridad de sus datos, cosa que les distancia del uso domótico de Internet de las cosas y de la interacción con los espacios inteligentes (como las smart cities) Y es lógico, considerada la cantidad de información así como el carácter sensible y relevante en lo personal que los datos enviados a Internet de las cosas pueden abarcar en estos ámbitos.
La solución pasa por un compromiso de las empresas con la privacidad y la seguridad de los datos obtenidos por los dispositivos de sus clientes.
Reinventar la rueda
Me gusta pensar que siempre queda lugar para redefinir todo conocimiento humano; cuestionando su veracidad y aportando nuevos enfoques. Por eso no me gusta la filosofía detrás de la expresión «reinventar la rueda» cuando se usa para disuadir de buscar nuevas alternativas para mejorar la solución a nuevos o viejos problemas.